Necesito de ti, de tu presencia,
de tu alegre locura enamorada.
No soporto que agobie mi morada
la penumbra sin labios de tu ausencia.

Necesito de ti, de tu clemencia,
de la furia de luz de tu mirada;
esa roja y tremenda llamarada
que me

Yo sé cuál el objeto
de tus suspiros es (...).

Yo sé por qué sonríes
y lloras a la vez (...).

¿Te ríes...? Algún día
sabrás, niña, por qué:
mientras tú sientes mucho y nada sabes,
yo que no siento ya, todo lo sé.


Autor del poema: Gustavo Adolfo Bécquer